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Afrika Bambaataa En Colombia 2015

Afrika Bambaataa Y El Poder Reunificador Del 'Hip Hop'

Su legado promueve una nación alternativa a la violencia económica y social en su comunidad

.Las historias de violencia suelen tener en común un detonante, la chispa que enciende el fuego incontenible, en cualquier escenario: la Colombia colonial, la guerra de Troya, las favelas de Río de Janeiro o las comunas de Medellín. Todas tienen un episodio de inicio.
Para la pandilla afroamericana de los Black Spades, que surgió en los años 60 en los proyectos de vivienda social del Bronx, en Nueva York, su detonante ocurrió una noche de 1975: la muerte de uno de sus líderes, Soulski, a manos de la Policía. La noticia corrió como pólvora entre los jóvenes en un ambiente en el que ya se sentían oprimidos por las autoridades locales.


Un adolescente llamado Kevin Donovan que se convertía en uno de los líderes nacientes en el Bronx, recuerda ese momento, en charla con EL TIEMPO: “Uno de mis hermanos, Soulski, recibió un disparo y, en ese momento, todos (los Black Spades) empezamos a atacarnos unos a otros, las palabras iban y venían de forma incorrecta, hubo enfrentamientos con otras pandillas. Eso era una estupidez y tenía que girar a una forma más positiva”.
Se trata del mismo Afrika Bambaataa, que luego pasó a la historia como el gran padrino del hip hop, una cultura que se volvió universal, pero además, como un gran reunificador de los gangs o pandillas del Bronx. Han pasado 39 años desde aquel florero de Llorente que inspiró el nacimiento de la Nación Zulú y 32 desde que grabó su Planet Rock, piedra angular del hip hop.
Bambaataa llegó a Bogotá para compartir su historia y proponer sus modelos de trabajo en el marco de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz, que organizó Idartes.
No le gusta que lo llamen por su nombre de nacimiento. Él ‘nació’ luego como Afrika Bambaataa Aasim, que representa su conexión con la madre África (Bhambatha fue un líder rebelde africano del siglo XX), a la que viajó en su juventud y le permitió empaparse de las enseñanzas de Elijah Muhammad y la Nación del Islam.
Fue a partir de ese conflicto que Bambaataa logró girar la tuerca y creó, junto con otros, la Bronx River Organization, a la que se unieron los líderes de los Black Spades, los Savage Skulls y los Savage Nomads, entre otras pandillas.
Luego, viendo que su impacto empezó a convocar a las de otras ciudades como Chicago, se llamó simplemente The Organization y, cuando se desbordó internacionalmente, adoptaron el nombre de Zulu Nation, inspirados por los guerreros zulú que había llevado al cine la homónima película épica de Cy Endfield.
En su momento, crearon el hip hop como la voz de las comunidades frente al mundo. Lo que haya ocurrido después con el género musical que se desprendió de esta revolución cultural es una rueda que ha dado muchas vueltas, muchas infortunadas, para llegar hasta el negocio musical de Jay Z, 50 Cent y sus colegas.

Fuente Musical

Las raíces de esta revolución son mucho más profundas. “Nuestra historia –dice Bambaataa, acompañado por dos de los embajadores de la Nación Zulú– viene desde el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos en los años 60, cuando teníamos a Martin Luther King y a Malcolm X. Encontramos a Elijah Muhammad y la Nación del Islam, y al mismo tiempo estaban las calles de Nueva York, donde se encontraban tantos estilos musicales, sonidos que venían del Caribe: calypso, soca, salsa. También había grupos sociales, como las panteras negras, y también el eco de los DJ de las estaciones de radio y los poetas como Sonia Sánchez, Haki Madhubuti, Nikki Giovanni (...). Todos jugaban un rol en lo que estaba pasando y nosotros queríamos también jugarlo en esa escena, pero no teníamos un título”.
Entonces empezó a rodar la música del guetto, una receta de muchos sabores. “Las otras músicas norteamericanas tenían sus nombres, como la country. Por un lado, estaban los Three Dog Night cantando Mama told me not to come; Sly and the family Stone, los MC y DJ en California. Estaba todo dispuesto para que naciera un nuevo movimiento en el que me involucré con Grandmaster Flash y DJ Kool Herc. Había muchos hermanos y todos jugamos un rol en la creación de lo que llamamos hip hop como una cultura completa”, cuenta Bambaataa.
Empezaron a involucrar tecnología: sintetizadores, sonidos robóticos, vocoders, samples en cinta para crear ritmos, y abrieron los oídos al mundo:
“Buscamos si alguien en las llamadas comunidades negras estaba haciendo lo que llamamos techno pop, cosas que en otras partes hacían Kraftwerk (Alemania) y Yellow Magic Orchestra (Japón). No se trataba de hacer lo que ellos hacían, sino crear sonidos diferentes mezclándolos con el funk y el soul de James Brown, de Sly Stone, el eléctrico de George Clinton, y de allí salió el sonido electro-funk”, del que Bambaataa es su gran creador.
De repente, el sencillo Planet Rock sembró una inquietud: sobre la pista de Trans Europe Express, de Kraftwerk, se deslizaban los versos de los MC (cantantes). En vivo, Afrika Bambaataa y Soul Sonic Force eran aún más alucinantes: forrados en cuero negro, con capas como las de Funkadelic y Bootsy Collins, agrupaban a los bailarines improvisados de algo que luego se llamaría break-dance. Tras Planet Rock vinieron Looking for the perfect beat y Renegades of funk.

 
Estos experimentos, que son claras inmersiones del funk en otras músicas, surgieron mucho antes de que, por ejemplo, el grupo de rap Run DMC cantara con la banda de rock Aerosmith. Además, Bambaataa también trabajó con músicos como John Lydon (del punk británico) o el jazzista Bill Laswell. De esto, explica que era posible “porque tenía una mente abierta, aunque para muchos fuera un caso de locura. No tenía miedo de tocar todo tipo de música para una audiencia negra, obtener vibraciones que vinieran por ejemplo de Willie Colón, o tocar Honky Tonk Woman, de los Rolling Stones, y obtener esa vibración”.
“El hip hop cambió el alma de los hermanos. Todo esto tomó tiempo para enseñarse, para fortalecerlo; no fue espontáneo”, añade Bambaataa.

Otras Violencias

Lord Cashus, uno de los embajadores de la Nación Zulú, quien representa las voces que se unieron desde Chicago, explica que “el concepto de las pandillas y la música estaba todo alrededor de una juventud colaborativa (...) Las peleas que había entonces no tenían ningún sentido, se trataba de defender el barrio, y la Nación Zulú llegó a organizarnos a todos como una voz única (...) Lo que ocurre hoy es que las batallas son por los narcóticos”, lamenta.
Para King Kamanzi, el otro embajador en esta comitiva zulú, lo que ha ocurrido con el hip hop ha sido otra forma de violencia, pero también señala que el rapero necesita vivir de algo y merece ganar dinero por su talento. “Tenemos que revivir lo que Afrika hizo en 1974. En un mundo de caos e ignorancia hay luz”, señala el MC.
Para Lord Cashus, hay que hacer una distancia entre la cultura del hip hop y lo que comúnmente se llama rap. “Para nosotros, esa palabra significa Recording Artists Pretending (grabar a artistas que fingen). Fue hecho por alguien más (refiriéndose a las discográficas), mientras que la cultura del hip hop es espíritu, son instituciones como museos, escuelas, la preservación; así vivirá por otros 50 años más y más”.
Hoy, cuando Nueva York experimenta una reorganización de sus barrios tradicionales y se habla de ‘la reinvención del Bronx’, que promueve la recuperación urbana pero a la vez sube los precios de los apartamentos, cabe preguntarse qué ha ocurrido con la gente que vivía en los guettos en los 70 y 80, sobre lo que Bambaataa piensa que “lo que están haciendo es moviendo a la gente hacia afuera, y miras tu barrio y te preguntas qué ha pasado. Están moviendo a la gente de lado a lado”.
Ante su conexión fundamental con África, era imposible no preguntarle acerca de la masacre en Kenia y el porqué del desinterés mundial: “Madre África ha sido tan golpeada por la llamada supremacía blanca, en que la gente irrespeta a los padres y madres del planeta entero, es de allí que nace todo. En África necesitan repensar quiénes son, de dónde vienen y cuál es su papel en el futuro”.
Bambaataa llegó a Bogotá con propuestas. En su mente está la creación de un centro cultural universal, “algo que sería como las Naciones Unidas de las calles, una institución con el apoyo de los gobiernos que podría funcionar acá; lo necesitamos acá tanto como en Brasil o en cualquier parte del mundo, pero necesitamos países que se quieran involucrar”.

Concierto ‘Música Y Músicos Para La Paz’

Este jueves tendrá lugar el concierto más concurrido de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz. Desde la 1 p. m. y después de la marcha que concluye en el Parque Simón Bolívar, estará un coro de más de 400 niños de los Centros Locales de Arte para la Niñez y la Juventud (Clan), junto a una orquesta de 120 jóvenes de la Filarmónica Juvenil, de Bogotá.

Ellos alternarán con artistas consagrados como Rubén Blades (de Panamá), León Gieco (de Argentina), Carlos Varela (de Cuba), las cantadoras colombianas Totó La Momposina y Petrona Martínez, los grupos Herencia de Timbiquí y Cultura Profética y solistas nacionales como Jorge Velosa, Esteman, Mario Muñoz (de Doctor Krápula), César López, el Cholo Valderrama, Martha Gómez y Victoria Sur.
Este concierto tendrá entrada libre al parque, hasta completar el aforo. De igual forma, en el Teatro México continuará el ciclo de películas sobre el conflicto, con la proyección de La Sirga (3:30 p. m.), Ararat (del director egipcio Atom Egoyan, a las 6:30 p. m.) y El violín (del mexicano Francisco Vargas, a las 9:30 p. m.). Mientras que en la Cinemateca Distrital se presentará la cinta colom- biana Mateo, a las 3 p. m.
Finalmente, en el Teatro Odeón (cra. 5 n.° 12C-73), habrá tres presentaciones de danza El ser también se escapa por la boca (6 p. m.), Muestra de residencia (7 p. m.) y Yo también soy (8 p. m.).


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